Arequipa la horrible, ( primera parte )

Yo pensaba que solo existía en el sur las ruinas precolombinas, aquellos restos que nos dan el canto de ancestrales arquitectos de la piedra geométrica y ciclópea perfecta, pero la verdad es que también hay ruinas hispánicas, y en pleno casco histórico.
Si uno pasea por las calles de Arequipa con algo de sensibilidad y ojo crítico, será testigo de una ciudad mestiza, de un gótico indígena, es decir, de un bárbaro indo-americano, de un artesano heredero de una cultura lítica, hábil tallador e ingenioso para pensar en grande.

Estos artesanos, maestros constructores, estaban lejanos al idioma de la forma, de ese lenguaje renacentista que hablada de la Biblia y de la mitología griega en base a las normas de la recreación fiel de la realidad, la perspectiva, la anatomía, el claro oscuro, y la proporción fueron conocimiento traídos de España e impuestos de una forma violenta, nuestro arte era pagano en su contenido, vinculado a la adoración panteísta, de encontrar en la Madre Tierra y en el Sol a nuestros verdaderos padres, los padres de los reyes católico era un Dios Judío llamado Yahvé, y una mujer llamada María, algo así como Zeus con Danae o con Alcmena, en el primer caso para engendrar a Perseo, y en el segunda para traer a Heracles; María nos trajo a Jesús.
Todo esto resulto demasiado confuso y pagano para los indos, pero existió un vínculo en la creencia de que Dios podía tener un hijo en la tierra, y eso era justamente el Inca, una revelación de los dioses. Así que los indo-americanos reemplazaron al Inca por Jesús, y a la Pacha mama por la Virgen María, no les quedo otro camino, porque el otro era la muerte.

Iglesia de la Compañía, vista frontal

Así que tomaron esos dioses prestados y trataron de recrearlos como pudieron, los arquitectos y maestros constructores españoles intentaron inculcar esa nueva estética del espejo de la forma, pero la santa inquisición resultó ser una dura piedra en el zapato en lo que era el estudio correcto de la forma, es decir la anatomía científica aplicada a las artes, entonces no les quedo más remedio que el estudio de la morfología superficial, de tratar de ver la forma de una manera purista y rudimentaria, es decir, a la manera española de ese entonces.
El simbolismo no desapareció del todo, los alarifes del desaparecido imperio utilizaron sus propios elementos, como el maíz, el Sol y la Luna para los complejos tallados de altares y caras de los templos al servicio de Yahvé, el resultado fue un arte vigoroso y salvaje a la búsqueda sincera de la recreación de una nueva fe.

Para mi esa fue la era de oro de Arequipa, la ilusión europea ante el nuevo mundo, y el eco potente de una civilización conocedora del manejo de la piedra, para ellos el sillar fue un trabajo mucho más simple, más dócil para sacar la forma atrapada, para liberar seres alados y santos en el actual casco histórico de la ciudad de Arequipa.

Iglesia de Santo Domingo, Columna del perímetro, Fragmento

Después de la independencia del Perú, mejor dicho, de la toma de poder de los criollos ingratos ante el Rey de España, los esclavos negros e indígenas pasaron a manos de los gamonales nacidos en el Perú, la clase comerciante empezó a cobrar más protagonismo y poco a poco se fueron adueñando de la esfera del poder, ante tanto dinero sus almas se envilecieron y sistemáticamente le fueron robando al Perú, todo llegando a su clímax con los bonos de la deuda creados por Jose Rufino Echenique, que convirtió la deuda interna del Perú en bonos de la deuda externa. Don Emilio Romero nos narra en su “Historia económica del Perú” que no se necesitaba ningún papel o documento para demostrar que uno era acreedor del Estado:
“... bastaba la declaración jurada de testigos. En caso de duda se favorecía al acreedor” (“Historia económica del Perú”, página 376, Editorial Sudamericana, 1949).
Al 30 de octubre de 1852 la “deuda” que Echenique y sus amigotes habían “fabricado” ascendía a la suma increíble de 19’ 154,200 pesos. Emilio Romero lo dice con todas sus letras: “Leyendo el Registro Oficial y “El Peruano” de esa época difícilmente escapará apellido peruano o extranjero de ese tiempo que no esté en la relación de los beneficiados con bonos de la deuda”. (Ibid, página 377).

Ese acto nauseabundo provocó arcadas a los testigos de semejante robo, así que este traidor y autor de nuestra actual desgracia no tuvo mejor idea que salir a un próspero exilio a los estados Unidos después del 5 de enero de 1855, fecha en que se empezó a auditar y seguir la trama de aquellos nuevos ricos untados con el boom del guano peruano.

Sin embargo, esa gente noble si algo tenía era buen gusto, degustaban del buen arte y de las artes menores con un ojo entrenado desde la infancia. El actual palacio de Gobierno de Lima es un ejemplo de ello, al igual que sus monumentos y plazas. Entre sus artistas incluso se cuentan a españoles, el más notable, Manuel Piqueras Cotolí, autor de la fachada de la Escuela de Bellas Artes del Perú.

En algunos casos estos señores de buena familia convocaban a concursos internacionales para seleccionar los trabajos de los mejores artistas para obras importantes, un ejemplo es la columna rostral conmemorativa del Combate Naval de 2 de Mayo, en 1866. El gobierno peruano llamó a un concurso universal celebrado en París, en 1868, siendo ganadores el arquitecto Guillaume y el escultor Cougnot. La construcción duró cuatro años y, en 1872, la escultura fue armada y expuesta en los Campos Elíseos; su inauguración fue en 1874 en la ciudad de Lima.

Columna conmemorativa del Combate Naval de 2 de Mayo

Después de esta era de importación cultural, el Perú tuvo el interés de crear un arte propio, lentamente e inspirados por la revolución cultural de París, el arte académico se fue acartonando en sus logros principales, y es que el manierismo y el prerafaelismo alejaron el impulso inicial del renacimiento, ahora, para los impresionistas, la forma era tan solo un pretexto para narrar el drama de la vida. Degas, Seurat, Daumier, Utrillo, Rodin y demás genios crearon una anti-academia que tomaron por pilares a Miguel Ángel, Rubens y a Eugene Delacroix, este último como el alquimista principal.

Sin embargo, el impresionismo indo-americano fue bautizado peyorativamente con el nombre de costumbrismo, pintar la vida del pueblo era un delito, y así, la figura principal de este intento de crear un arte nacional fue pisoteado por los personajes de gargantas mal olientes y de dientes venenosos, los concursos nacieron para destrozar la poca dignidad del espíritu creativo, Sérvulo Gutierrez, Humareda; Teodoro Núñez Ureta, y los más jóvenes como Luis Palao Berastain los empaquetaron de mala manera para dar paso al nuevo pastel europeo de la post guerra, me refiero al Bauhaus y al arte industrial, en el que los excesos de la forma fueron sustituidos por la esencia del arte, el suprematismo, el minimalismo, el pez de Diego Velásquez reemplazado por la línea de Wassily Kandinski, el cubismo de Picasso por el símbolo industrial de Duchamp.

retrato de mujer, realizado por Servulo Gutiérrez

La arquitectura sufrió un fuerte giro, el materialismo, el existencialismo y la era industrial le dieron una puñalada certera al arte espiritual, a ese arte al servicio de los espíritus, desde los antiguos sumerios (4.000 a. C) hasta su último representante que fue Gaudí. Ahora lo más importante era la velocidad, el consumo, la utilidad y su carácter efímero fue la Biblia apócrifa de la actual decadencia cultural, y es que el arte no es un protagonista, es tan solo un testigo de su época.

Iglesia de la natividad, por Gaudí

Pero no miremos todo de forma fatal, también han existido grandes arquitecto contemporáneos, entre ellos Frank Owen Gehry y César Pelli, genios que encontraron en las formas orgánicas y en las geométricas una nueva verdad, valida y esperanzadora para el reto de esta nueva era de vértigo, es un velo recién descubierto, geométrico como el egipcio, purista como el japones, jerárquico como el de los incas o el de los aztecas, y aún más, una estética de fractales, de curvas sinuosas que recrean la vida pero sin someterse a ella.

Sin embargo, a pesar de estos 500 años de revoluciones culturales, de leyes escupidas y de dogmas pisoteados, en esencia las bases del buen arte siguen siendo las mismas, los números nos hablan de verdad, la naturaleza se muestra como maestra incansable e invencible, el espíritu humano prevalece en su razón y en el gusto de retar lo que nunca fue alcanzado.

Museo de Guggenheim, por Frank Owen Gehry

Hay que ser responsables con el destino de nuestras ciudades, con el legado que dejamos a los que se vienen, dejemos es espíritu conformista, esas frases malditas del “ya no se puede”, “ya esta hecho, no hay nada que hacer”, “no nos compliquemos la vida”, “eso es imposible” y demás frases que fueron inventadas por el hombre mediocre.

Hay que hacer cosas que duren y que no avergüencen nuestro espíritu colectivo, hacer las cosas para que dancen en el tiempo, ya sean espíritus de roca, de cemento o de metal, no abandonemos nuestro amor a la perfección, aunque esta utopía nunca sea abrazada del todo. Dejemos de deformar nuestras ciudades, construyendo caprichos, amaneramientos y libertades degeneradas en la incompetencia, no despreciemos a la madre naturaleza, al legado de 10000 años de la historia de las artes, no inventemos castillos de arena sobre el fango de la ignorancia, que en esta aventura no solo esta en juego el patrimonio y nuestra historia, en esas canalladas se usa el dinero del pueblo, de los contribuyentes, el esfuerzo de obreros y artistas, privaciones en el nombre de esta jungla de cemento, petróleo y comercio.

Mediocridad arquitectónica de Saga Falabella en Arequipa, por empresarios chilenos


Paquete mal hecho de regalo de M. Home Center, por empresarios peruanos

No se puede ser artista y tener el alma miserable, y no se puede gobernar si la necedad nubla nuestra razón y mata a la más grande de las virtudes, la humildad, amiga de la paciencia, esa virtud que nos hace decir: “lo siento, estuve equivocado”
“esto escapa a mi tiempo, pero es un sueño válido que se debe realizar” y a si los días se hacen meses y los meses años, y la cosas nacen para no morir, cuadros, esculturas, murales, bellas arquitecturas que hablan de lo que en realidad somos, navegantes incansables en una barca sobre la arena, marineros de cuerdas y poleas que abren surcos grandes sobre la arena, en su destino y compromiso de llegar al mar y del mar a las estrellas.

The Fighting Temeraire, por William Turner

Arequipa la horrible (segunda parte)